viernes, 22 de junio de 2018

Día #8: Serpa - Vidigueira (Ruta del Vino)

¿Cómo se debe empezar un buen día? ¿Qué tal con un súper desayuno? Pues eso es lo que hemos hecho. Gracias a nuestra anfitriona que nos ha dado a probar muchas de las especialidades de la región: quesos variados (de cabra y curado de oveja), panes para elegir, dulces típicos como las queijadas), café, zumo natural... No exagero si digo que hemos estado más de una hora disfrutando. 
¿Quién dijo prisa? En estos momentos siempre nos viene a la cabeza la frase que un lugareño de Marraquech nos dijo una vez: ‘prisa mata’.

Aunque pequeña, Serpa tiene su encanto. Nos hemos acercado al acueducto, para ver la noria de madera utilizada para transportar agua con la ayuda de la tracción animal. Muy chulo. 


El acceso a su castillo resulta curioso, y aunque lo parezca, no es nada peligroso. Y es que ese torreón lleva ahí muuuuchos años.


Se puede subir a la zona amurallada e incluso avanzar un rato por el paseo de ronda que llaman. Hoy el calor ha bajado un poco y hay más nubes que días atrás. Veremos cómo avanza el día.










De nuevo, abajo, la plaza de la República es su centro neurálgico, sin turistas, con dos tiendecitas que te venden la artesanía (mantas, corcho...) y la gastronomía local (dulces, aceite, aceitunas, quesos, pan...). Un par de pingados y de nuevo a la carretera.





Entre viñas nos hemos adentrado en la zona vinícola por excelencia de todo el Alentejo. Y hemos parado en su capital, Vidigueira. Queríamos hacer una cata de los vinos del Alentejo, blancos y tintos, caracterizados por las variedades de uva autóctonas. En la Adega Cooperativa que agrupa a los productores de las poblaciones de Vidigueira, Alvito y Cuba, hemos catado varios blancos de uvas tan únicas como la Antao Vaz, y tintos con mezcla de castas como la Trincadeira, Aragonez (nuestro tempranillo) y Alicante-Bouschet. Vinos diferentes, en aromas y en boca, donde el que más nos ha gustado ha sido sin lugar a dudas el blanco.





Cerca se encuentran las ruinas romanas de San Cucufate, considerada como la mejor residencia rural romana de Portugal, con su templo, sus termas, sus pinturas murales, etc.







Teníamos un plan para acabar el día que la tormenta que ha caído nos ha chafado (si, aquí también llueve. De hecho, con todas las personas con las que estamos hablando estos días, todas se quejan de que este invierno-primavera ha llovido mucho, más de lo normal. Me suena familiar)



Así que hemos regresado al alojamiento para descansar (?). Ya lo sé. Puede parecer lo contrario, pero es que levantarse tarde, desayunar como reyes, pasear por la muralla, tomarse un cafecito, hacer una cata de vinos... oye que todo eso también cansa, o sea!!!

El tiempo ha ido mejorando y  la tormenta ha pasado.

Y ya que ayer seguimos las recomendaciones que nos dieron para cenar y fue todo un éxito, hoy también las hemos seguido y hemos cenado en el Molho Bico unas migas con carne de porco preto y una espetada de vaca a la parrilla, con mil acompañamientos que hacen de todo unas cantidades enormes para nosotros. A la vuelta, nos espera una cura a base de verduras y agua!


Otro paseo como el de ayer para bajar la cena y a dormir.

Seguiremos informando.

1 comentario:

  1. Hola chicos, vuestra crónica de hoy me ha encantado!! las fotos, el relato.. Un diez!!
    Besitos

    ResponderEliminar