viernes, 29 de junio de 2018

Día #15: Lisboa I

Hoy decimos adiós al Alentejo... aunque no a nuestra aventura por Portugal. 

Nos quedaba por visitar una de las tres playas ‘pijas’ de Comporta, el arenal de Carvalhal. Es la continuación de la de ayer por un lado y de la antes de ayer por el otro. Tiene escuela de surf y tres chiringuitos. 

El día está nubladete aunque no es nuestra intención quedarnos. Tenemos viaje por delante. 

Hemos hecho la última parada en Alcacer do Sal, la capital del arroz de Portugal. Pueblo atravesado por el río Sado, el mismo que kilómetros más abajo forma el estuario sobre el que se asienta el palafito de Carrasqueira que visitamos ayer tarde. 




Y con las mismas, hemos echado gasolina en el Intermarche (consejo: en las gasolineras de los supermercados el precio es más bajo que en las clásicas BP, Shell o Repsol que hay por aquí. Aún así, el precio es más caro que en España)
Autopista A2 dirección Lisboa!!! Aquí estaremos hasta el domingo. No es la primera vez que visitamos esta ciudad. Hace años hicimos la típica visita turística. Así que durante estos tres días, nuestro objetivo es vivirla más pausadamente, disfrutar de sus cafés, de sus tascas y su gastronomía, de esos rincones escondidos que esperamos encontrar. 

Hemos entrado a la capital por el Puente 25 de Abril, al lado del Cristo Rey. Traemos un ViaT de España que no sabemos si ha funcionado bien (aquí no hay barreras que se abran y cierren)... pero al pasar por el peaje del Puente hemos oído una alarma sonar... veremos qué pasa!
Y sin más problemas hemos llegado a nuestro apartamento en el centro, en la plaza Martim Moniz. Un AirBnB con vistas al Castelo de San Jorge y muyyyy bien ubicado. Un acierto.




Esta plaza ha sido reconvertida en un lugar mezcla de fusiones y culturas, propias de esta zona. Es como estar en Bilvi (en Bilbao), para que nos entendamos. 


Estamos en pleno centro del barrio de Mouraria, el barrio del fado. Aquí nacieron, vivieron y, sobre todo, cantaron, los fadistas más venerados.


Por la Rua Do Capelao ascendemos mientras vamos observando imágenes de estas ilustres personas. 



No conocemos a ninguna excepto a Amália Rodrigues... mucha ignorancia por nuestra parte, lo reconocemos. Los grandes son Fernando Mauricio y Maria Severa, de los que todos vosotros habréis oído hablar (seguro). 

Callejeamos, subimos, bajamos... seguimos subiendo disfrutando del paisaje, de la gente, de la decadencia, de lo viejo... Lisboa en estado puro. Cómo nos gusta!!!









Todas las plazas están ocupadas con mesas de bancos corridos y barbacoas. Cada tasca ha sacado la suya. Y , ¿por qué? Pues porque en Junio celebran las fiestas de San Antonio, al que veneran con fervor. Nacido en Lisboa, en su honor celebran un montón de actividades y festejos durante todo el mes.





Seguimos callejeando y el fado está presente en cada esquina, en cada escadinha por la que bajamos. Como aquí, en las escadinhas de Sao Cristovao, donde este grafiti refleja buena parte de lo que significa Lisboa (fado, sardinas, cuervos...)

Los turistas van y vienen al ritmo del famoso tranvía 28.



Desde los miradores se divisan diferentes panorámicas de esta ciudad, de sus tejados de colores, de sus colinas. 


Justo detrás del Largo de Graça nadie se acerca a ver un callejón especial, Vila Berta. Pero nuestra guía particular nos recomendaba acercarnos hasta aquí, a ver una calle perdida en el tiempo, que no es como las demás. Dos hileras de casas con columnas de hierro y preciosos azulejos de colores que llevan así desde hace más de 100 años. Ha merecido la pena el paseo. 





El hambre aprieta y tenemos echado el ojo a un mozambiqueño, ya que es muy recomendado por los locales y además nos va a permitir ampliar nuestro entrenado paladar con otros sabores.







Apenas 5 minutos de paseo hasta el apartamento, entre las mismas callejuelas de Mouraria, donde la noche ya se había echado hacia rato, y a dormir. 


Seguiremos informando.